jueves, 16 de febrero de 2017

Torrelavega: Ecologistas en Acción pide "evaluar" los impactos de la actividad minera en Reocín tras conocerse su posible reapertura

Ecologistas en Acción Cantabria ha pedido hoy "evaluar" correctamente los impactos de esta actividad minera y sopesar los beneficios y perjuicios que se produzcan, tras conocerse la reapertura de la Mina de Reocín.
Y todo ello para que no se vuelvan a reproducir los problemas sufridos en el pasado y que se siguen padeciendo años después de cerrada la mina de Reocín.
A pesar de las informaciones que provienen de la empresa canadiense Emerita Resource cuyos portavoces aseguran que esta actividad minera no va a generar impactos, "algo totalmente incierto".
Desde Ecologistas en Acción creen que "no es un buen comienzo negar la evidencia: cualquier actividad extractiva genera impactos diversos".
A su juicio, "hubiera sido mejor inicio reconocer los impactos y afirmar que la empresa los va a minimizar o compensar".
Ecologistas en Acción ha recordado algunos de los problemas graves que se han vivido en la historia de la mina de Reocín, algunos de los cuales se padecen actualmente e incluso otros estarán presentes durante muchos años en el futuro. 
Y entre ellos ha señalado el derrumbe de una balsa en agosto de 1960 que se llevó por delante vidas humanas y un vertido directo al Besaya de miles de toneladas de residuos contaminados.
El derrumbe de la propia mina en enero de 1965, que no se cobró vidas humanas por fortuna, pero provocó el hundimiento del barrio Pomares en Reocín, desapareciendo casas de centenares de familias.
La rotura del acuífero también se cobró vidas humanas y ha dejado una hipoteca de por vida. Al inundarse las galerías, la consiguiente surgencia ha creado un lago artificial que se necesita controlar su volumen, bombeando agua permanentemente al Besaya para evitar una mayor inundación. Esta inundación ha sido uno de los factores de la aparición de agua en zonas de Torres, algunas de cuyas casas sufren intensas humedades.
La actividad minera de La Mina durante más de 150 años de vertidos, ha trasladado sus residuos a la Ría de San Martín, cuyos sedimentos están llenos de metales pesados.
Han quedado once balsas de decantación o escombreras distribuidas por un área extensa, con presencia de metales pesados. Algunas de estas balsas permanecen expuestas a la erosión del aire y de la lluvia, y otras se han cubierto de vegetación o urbanizado sin ningún tratamiento de impermeabilización.
Y a estos, según Ecologistas en Acción hay que añadir los daños sufridos por numerosas familias, cuyas propiedades fueron expropiadas y tuvieron que cambiar sus domicilios, al modificar la producción a cielo abierto.
No fue tampoco un buen precedente la firma precipitada del Gobierno de Cantabria con AZSA para el cierre de la Mina después del seísmo acaecido en 2003 que derrumbó parte de la explotación a cielo abierto. En esa firma quedaron muchos flecos, como algunos de los señalados anteriormente, de los que se ha hecho cargo la Administración, desentendiéndose AZSA de ellos.
El grupo ecologista recuerda que en el año 2004 solicitaron al Gobierno de entonces que se exigiera a la empresa un plan de cierre de la mina que incluyera varios estudios previos, entre los que queremos destacar el inventario de escombreras y balsas de decantación, un estudio contaminación de suelo y agua, un estudio de estabilidad y siniestralidad y un estudio hidrogeológico. No se exigió nada a la empresa.
Para Ecologistas en Acción tampoco es un buen comienzo que el Gobierno y el parlamento tramiten de urgencia una modificación de la Ley del Suelo para allanar el camino a la reapertura de la mina de Reocín.
"Oor todo ello, queremos señalar que es necesario sopesar bien todos los beneficios y los perjuicios de esta actividad minera para poder adoptar en su momento una decisión acertada", concluyen.

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