domingo, 25 de marzo de 2018

Santander: Fernández Mañanes afirma que la declaración del oficio de albarquero como BIC contribuirá a preservar "una de las labores artesanas más singulares" de Cantabria


El consejero de Educación, Cultura y Deporte, Francisco Fernández Mañanes, ha asegurado hoy que la declaración del oficio de albarquero como Bien de Interés Cultural, aprobada el pasado jueves por el Consejo de Gobierno, contribuirá a preservar "uno de los oficios artesanales más singulares y característicos" de Cantabria, y que además está "muy enraizado" en la cultura popular.
Para el titular de Cultura, esta declaración es "un paso más" en la política de protección de "un legado frágil", como es el inmaterial, y que requiere "un esfuerzo adicional" en la implantación de nuevas políticas de conservación.
Asimismo ha recordado que con anterioridad a este nuevo BIC que protege el oficio de la elaboración de las albarcas, el Gobierno de Cantabria ha incluido en su catálogo de Bienes Inmateriales otras manifestaciones tradicionales, como los bolos, las marzas y el toque del rabel, todas ellas declaradas en el 2015.
Asimismo, Mañanes ha anunciado que su departamento está trabajando en el expediente para declarar BIC a la Trova Montañesa de los valles del Saja y Nansa, que evoca los recitales y cantos que realizaban los pastores y vaqueros en las reuniones vecinales, las cantinas y tabernas y en los festejos.
El oficio de elaborar albarcas
Entre los oficios ligados a la artesanía de la madera en Cantabria, el de albarquero tuvo una importante relevancia en el pasado, como consecuencia de la idoneidad de este tipo de calzado para transitar por los terrenos húmedos y embarrados, manteniendo aislados los pies y evitando que se ensuciaran en ciertas labores agropecuarias. Este oficio ahora declarado BIC abarca tanto las labores de creación como las de mantenimiento de este calzado, principalmente con la reposición de los tres tacos o soportes inferiores, dos delanteros y uno posterior.
Tipologías propias
Si bien el zueco fabricado en madera, de forma artesanal y de una sola pieza, aparece en otros países y otros lugares de la cornisa Cantábrica de la Península Ibérica, donde las condiciones del clima han favorecido su uso, ciertas tipologías de este calzado pueden considerarse propias de Cantabria, como las carmoniegas, del garbanzo o del picu entornao, consecuencia todas ellas de ciertas especificaciones en las comarcas de fabricantes de aperos y calzado de madera.
En la manufactura se emplea la madera todavía verde, siendo las más utilizadas las procedentes de abedul, alisa, haya y nogal, entre otras. Los mejores tajos son los procedentes de la parte más cercana al pie del tronco del árbol.
La complicada manufactura hace que la elaboración de la albarca sea un proceso lento. Desde la tala del árbol a la última ejecución de los remates ornamentales de las albarcas se genera un hacer artesanal, en un complejo proceso productivo original.
Hoy en día aún se conserva el saber hacer albarcas en varias comarcas de Cantabria. Se trata de una actividad desarrollada por los hombres. El albarquero elabora el calzado para uso propio y el de su familia y, como complemento a su economía, comercializa el producto, generalmente bajo encargo directo. La bibliografía etnográfica del siglo XX registró la memoria conservada entre los albarqueros de mayor edad sobre el proceso de elaboración de albarcas. La transmisión de este saber artesano se realiza oralmente y mediante la contemplación de la práctica. No se trata de un oficio reglado, sino de una manifestación de la artesanía popular, identificada por la creatividad, que se transmite entre familiares o allegados.

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