jueves, 26 de septiembre de 2019

Santander: Valdecilla y el IDIVAL colaborarán en un proyecto internacional sobre la importancia del diagnóstico precoz en la estenosis aórtica calcificada


Investigadores del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y de la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria Valdecilla (IDIVAL) colaborarán en un proyecto internacional sobre la importancia del diagnóstico precoz en la estenosis aórtica calcificada, incidiendo en la necesidad de actuar antes de la aparición de los síntomas y daños a veces irreparables e intervenir en el momento más oportuno para cada paciente.
Según ha explicado el doctor José María de la Torre, del Servicio de Cardiología de Valdecilla, se trata de un ambicioso proyecto con grandes implicaciones prácticas. Ha destacado que dado que la gran mayoría de estenosis aórticas se detectan cuando aparecen los síntomas y el daño cardiaco ya es avanzado, el reto de la investigación se centra en poder detectar la gravedad de la enfermedad antes de que surjan los primeros síntomas y aplicar el correspondiente tratamiento cuando no se han producido daños en otras estructuras cardiacas.
Junto con el doctor De la Torre, que pertenece al grupo de investigación cardiovascular del IDIVAL, esta investigación cuenta con la colaboración de la Obra Social La Caixa y está coordinada por la doctora Gabriela Veiga, del Servicio de Cardiología de Valdecilla y el doctor Elazer R. Edelman, cardiólogo y director del Instituto de Ingeniería Médica y Ciencia (MIT) de Harvard.
La Consejería de Sanidad ha puesto en valor este tipo de iniciativas de internacionalización del sector sanitario de Cantabria, considerando que estas acciones que se desarrollan con el apoyo del IDIVAL repercuten de forma positiva en la calidad de la atención sanitaria y deben ser promovidas como estrategias de futuro.
Este proyecto, desarrollado bajo el título 'La caracterización integrada para la estenosis aórtica calcificada cambiará las estrategias de tratamiento', tiene su precedente en un estudio piloto que por primera vez ha mostrado cómo el diagnóstico con técnicas no invasivas permite identificar diferentes perfiles hemodinámicos que se correlacionan con diferentes grados de beneficio clínico tras el recambio valvular aórtico por catéter.
La estenosis aórtica calcificada representa en los países desarrollados la tercera enfermedad cardiovascular más frecuente, después de la enfermedad coronaria y la hipertensión arterial, con una prevalencia del 0,4% en la población general y del 1,7% entre las personas mayores de 65 años.
Se trata de una patología sistémica, multifacética y compleja que no se limita únicamente a la válvula aórtica, sino que también incluye la reducción de la elasticidad de la aorta y alteraciones de la función y geometría del ventrículo izquierdo.
En este sentido, la estenosis aórtica, que es la afectación de las válvulas del corazón más frecuente en los países desarrollados, se caracteriza por un engrosamiento progresivo y una calcificación de las valvas de la válvula aórtica que, con el transcurso de los años, evoluciona y provoca una obstrucción grave a la salida de sangre del corazón a la aorta.
El doctor De la Torre ha señalado que la historia natural de la estenosis aórtica comienza con un largo período asintomático, existiendo una variabilidad individual significativa en la tasa de progresión de la gravedad de esta enfermedad.
Los síntomas, ha precisado, rara vez se presentan hasta que la apertura de la válvula se encuentra afectada de forma severa. Entre los síntomas clásicos ha citado el dolor torácico con esfuerzo (angina), el desmayo (síncope) y la fatiga con el ejercicio (disnea). No obstante, ha aclarado que la identificación e interpretación de estos síntomas clínicos puede ser muy difícil en pacientes que presenten otras patologías, como las respiratorias, o en población de avanzada edad.
Dentro de las técnicas de detección y diagnóstico se ha referido a la ecocardiografía para definir la extensión de la calcificación y el grado de afectación valvular como la más habitual.
Tras la aparición de los síntomas, la supervivencia promedio se sitúa entre 2-3 años, con un alto riesgo de muerte súbita, siendo necesario someter a los pacientes con síntomas graves a una sustitución de la válvula aórtica, ya sea de forma quirúrgica o por catéter.

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