Hoy 25 de noviembre es un día más de lucha, un día más de reivindicaciones para las mujeres de la clase trabajadora, hoy es el día internacional para la eliminación de la violencia hacia las mujeres.
Desde la Asamblea Ciudadana por Torrelavega, la lucha emancipatoria de la mujer ha sido un eje central de lucha y reivindicación, pues sin la unidad y el trabajo de compañeras y compañeros nada nuevo sería posible crear.
La violencia contra las mujeres constituye según la OMS “un problema de salud global de proporciones epidémicas”. Los datos de violencia contra las mujeres van en aumento, independientemente de la edad o el país y nos reflejan una aterradora situación.
Es por ello, que en este día nos sumamos y denunciamos la violencia de género como el extremo más grave de toda una serie de injusticias y agresiones que las mujeres venimos sufriendo día a día en este sistema que nada tiene que ofrecernos. Los datos son escalofriantes, (más de 1380 víctimas desde el año 95, más de 40 durante este año, pero que hipocresía de minutos de silencio y lazos negros, cuando en el día a día, la situación de la mujer trabajadora es cada día de más explotación y miseria, provocando en ocasiones, que muchas mujeres se vean obligadas aguantar lo que sea debido a una situación de dependencia económica.
¿Acaso NO ES VIOLENCIA que una mujer no tenga trabajo para mantener a sus hijos y desarrollar una vida plena?. ¿Acaso NO ES VIOLENCIA que a familias enteras las echen de sus casas?. ¿Acaso NO ES VIOLENCIA la trata de blancas, las violaciones, o el acoso sexual y laboral?. ¿Acaso NO ES VIOLENCIA y explotación tener que aceptar trabajo en condiciones de miseria, y sin tiempo para poder disfrutar de la familia? y ¿Acaso no asistimos cada día a múltiples formas de violencia que atentan contra nuestros derechos fundamentales?.
La UE y los diferentes gobiernos del estado español aprueban toda una serie de medidas encaminadas a recuperar y aumentar los beneficios de las grandes empresas y monopolios, y nos colocan a las trabajadoras en primera línea de estos ataques, con el objetivo de recurrir a la mano de obra más barata, flexible y explotable en el trabajo.
Al mismo tiempo aumenta la presión para que las mujeres asumamos las tareas domésticas, el cuidado de nuestros hijos e hijas, ancianos o familiares enfermos, a través de privatizaciones en educación, sanidad o en la atención a las personas en situación de dependencia.
Se reducen o directamente se eliminan los ya de por si escasos derechos sexuales y reproductivos, y se colocan únicamente al alcance de quien pueda pagarlos.
De la misma manera desaparece un derecho tan básico como poder vivir de nuestro salario, con las sucesivas contrarreformas laborales y de las pensiones y los continuos ataques a la negociación colectiva.
Todas estas medidas que condenan a la miseria al conjunto de la clase obrera, suponen colocar a la mujer trabajadora en un riesgo extremo de pobreza.
Cada vez son más las mujeres, especialmente las jóvenes, las que se encuentran en una situación de dependencia económica, aumentando el riesgo de ser víctimas de violencia, la inseguridad, la vulnerabilidad y el miedo.
A pesar de que las bases materiales que generan la violencia aumentan, los recursos destinados a proteger a las víctimas y prevenir estos casos de violencia extrema cada vez son menos, disminuyendo por lógica también el número de denuncias de estos casos por parte de las mujeres.
Desde ACPT lucharemos hoy y siempre por los derechos de las mujeres y los hombres en una sociedad de seres libres e iguales.
Iván Martínez y Alejandro Pérez, integrantes de ACPT
Desde la Asamblea Ciudadana por Torrelavega, la lucha emancipatoria de la mujer ha sido un eje central de lucha y reivindicación, pues sin la unidad y el trabajo de compañeras y compañeros nada nuevo sería posible crear.
La violencia contra las mujeres constituye según la OMS “un problema de salud global de proporciones epidémicas”. Los datos de violencia contra las mujeres van en aumento, independientemente de la edad o el país y nos reflejan una aterradora situación.
Es por ello, que en este día nos sumamos y denunciamos la violencia de género como el extremo más grave de toda una serie de injusticias y agresiones que las mujeres venimos sufriendo día a día en este sistema que nada tiene que ofrecernos. Los datos son escalofriantes, (más de 1380 víctimas desde el año 95, más de 40 durante este año, pero que hipocresía de minutos de silencio y lazos negros, cuando en el día a día, la situación de la mujer trabajadora es cada día de más explotación y miseria, provocando en ocasiones, que muchas mujeres se vean obligadas aguantar lo que sea debido a una situación de dependencia económica.
¿Acaso NO ES VIOLENCIA que una mujer no tenga trabajo para mantener a sus hijos y desarrollar una vida plena?. ¿Acaso NO ES VIOLENCIA que a familias enteras las echen de sus casas?. ¿Acaso NO ES VIOLENCIA la trata de blancas, las violaciones, o el acoso sexual y laboral?. ¿Acaso NO ES VIOLENCIA y explotación tener que aceptar trabajo en condiciones de miseria, y sin tiempo para poder disfrutar de la familia? y ¿Acaso no asistimos cada día a múltiples formas de violencia que atentan contra nuestros derechos fundamentales?.
La UE y los diferentes gobiernos del estado español aprueban toda una serie de medidas encaminadas a recuperar y aumentar los beneficios de las grandes empresas y monopolios, y nos colocan a las trabajadoras en primera línea de estos ataques, con el objetivo de recurrir a la mano de obra más barata, flexible y explotable en el trabajo.
Al mismo tiempo aumenta la presión para que las mujeres asumamos las tareas domésticas, el cuidado de nuestros hijos e hijas, ancianos o familiares enfermos, a través de privatizaciones en educación, sanidad o en la atención a las personas en situación de dependencia.
Se reducen o directamente se eliminan los ya de por si escasos derechos sexuales y reproductivos, y se colocan únicamente al alcance de quien pueda pagarlos.
De la misma manera desaparece un derecho tan básico como poder vivir de nuestro salario, con las sucesivas contrarreformas laborales y de las pensiones y los continuos ataques a la negociación colectiva.
Todas estas medidas que condenan a la miseria al conjunto de la clase obrera, suponen colocar a la mujer trabajadora en un riesgo extremo de pobreza.
Cada vez son más las mujeres, especialmente las jóvenes, las que se encuentran en una situación de dependencia económica, aumentando el riesgo de ser víctimas de violencia, la inseguridad, la vulnerabilidad y el miedo.
A pesar de que las bases materiales que generan la violencia aumentan, los recursos destinados a proteger a las víctimas y prevenir estos casos de violencia extrema cada vez son menos, disminuyendo por lógica también el número de denuncias de estos casos por parte de las mujeres.
Desde ACPT lucharemos hoy y siempre por los derechos de las mujeres y los hombres en una sociedad de seres libres e iguales.
Iván Martínez y Alejandro Pérez, integrantes de ACPT
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