La Plataforma de Afectados por las Participaciones Preferentes de Cantabria asegura que los jueces continúan censurando la temeridad de Caja Cantabria-Liberbank por oponerse por sistema y siempre con los mismos argumentos, que carecen de base alguna, a las demandas de participaciones preferentes, y por recurrir también de idéntica forma las sentencias dictadas en su contra.
La Plataforma asegura que lo ha vuelto a denunciar el titular del Juzgado de Primera Instancia número Dos de Santander, Jaime Anta, en dos resoluciones en las que obliga al banco que preside Manuel Menéndez a devolver 22.000 mil euros a un hombre de 65 años, portero de una finca urbana y de una comunidad de propietarios de profesión, y 10.000 euros a un pensionista de 61 y su hijo de 32, un Licenciado en Magisterio en paro.
Además de condenar a Liberbank a reembolsar el dinero a sus clientes, así como los intereses legales desde la suscripción del producto y el pago de las costas, el juez añade en el fallo un pronunciamiento de temeridad.
Y es que, como expone Anta, es de general conocimiento que tanto en primera como en segunda instancia los bancos están recibiendo fallos adversos que baten los argumentos que repetidamente intentan hacen valer. Liberbank conoce que en casos sustancialmente idénticos ha sido condenada una y otra vez, como conoce o debe conocer las resoluciones de la CNMV, las reformas legislativas que reconocen errores en la comercialización de las participaciones preferentes, el nivel de exigencia informativa para los minoristas, claro en la ley, y también conoce qué cumplida prueba se exige en estos asuntos y, sin embargo, sin una inquisición aceptable se ha opuesto, vertiendo afirmaciones que carecen de base, argumenta en ambas sentencias el juez, que en el fallo del pensionista y su hijo profesor en situación de desempleo añade que el banco ha recurrido sin localizar si quiera al empleado que comercializó las preferentes.
Aversión a arriesgar
En este último caso, el padre y su esposa eran clientes de Caja Cantabria desde hacía años, y su experiencia financiera estaba reducida a depósitos de ahorro a la visa o imposiciones a plazo fijo, ya que tenían aversión a arriesgar. Así, en marzo de 2004 y en la sucursal de Puerto Chico el matrimonio invirtió 6.000 euros en preferentes y dio otra orden de compra de cuatro títulos por 4.000 euros para su hijo, en un producto que entendían que era un depósito. Así, se vieron sorprendidos cuando hace un año Liberbank les hizo la oferta del canje, como afectados por las preferentes.
En el otro caso, el del portero de 65 años, defendido al igual que el anterior por el abogado José Ángel Ecenarro, se trata de un cliente de Caja Cantabria (en concreto, de la oficina de Cazoña) desde tiempo inmemorial, y que tenía una confianza plena con los empleados en general y sobre todo con uno en particular, apunta la sentencia. Así, durante toda una vida de relación comercial con la entidad contrató solo depósitos de ahorro a la visa o a plazo fijo, pero siempre con absoluta aversión a arriesgar sus ahorros.
En julio de 2011acudió a la oficina urbana número 14 a renovar una imposición a plazo, siendo abordado por el director, que le introduce en su despacho, y ahí le recomienda un instrumento financiero que Caja Cantabria reservaba para sus mejores clientes. Se lo presenta como un producto de la casa, para sus clientes más especiales, por lo que tras una muy breve conversación compró las preferentes creyendo que eran un depósito de ahorro seguro y con inmediata liquidez, es decir, una prolongación del plazo anterior, del que provenían los fondos.
A la vista de estas nuevas sentencias, que se suman a otras dictadas igualmente por Jaime Anta y, también, por el titular del Juzgado de Preferentes, Luis Sánchez Gall, desde la Plataforma de Afectados por las Preferentes se preguntan a dónde pretende llegar Liberbank con sus estériles argumentos e inútiles recursos, que tumban un día sí y otro también los juzgados, en sentencias de primera y segunda instancia.
Según la Plataforma, parece que lo único que le importa al banco es prolongar la tortura a sus clientes de toda la vida, a los que estafó con las preferentes secuestrando todos sus ahorros. Si tuviera un mínimo de dignidad, decencia y vergüenza, y tras miles de fallos condenándole a devolver el dinero a los afectados, así como a abonar los intereses legales y a pagar las costas, el banco de Manuel Menéndez debería acatar los fallos y reembolsar el capital sustraído a los afectados, en vez de recurrir por sistema y sin sentido, en una huída hacia adelante con la que solo consigue hacer el ridículo y retratarse.
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