La Asociación Cultural Octubre, ubicada en el 317 de Sierrapando (detrás de Kiaby) acoge el próximo viernes día 11, a partir de las 21.30 horas, la inauguración de la exposición de pintura de los artistas Aris Rosino y Victor Alba, que permanecerá abierta hasta el 9 de noviembre.
Para “entender” el arte de Aris, es preciso desentenderse de todo, hay que desaprender. Para mirarlo y ver que nos dice, es preciso no querer ver nada en él. Si uno es entendido en arte, en él verá muchas cosas del arte; y si uno no es entendido en arte, aún vera más que un especialista. Y lo que verá lo habrá creado él mismo, con el estímulo del artista, que le convertirá en creador de lo que llegara a ver.
Signos, manchas, rostros o huesos, envueltos en pinceladas que recorren el cuadro como quieren, líneas de fuerza que se cruzan por donde les apetece, pinceladas que arrastran pintura hasta que el color termina por desvanecerse o fundirse con otro. Esta es la sensación de pintar en libertad, donde los artistas se abandonan para que sea la pintura la que pinte por sí misma.
En Víctor Alba, los cuadros son un espejo introspectivo de sí mismo y según confiesa "un vómito de sus sentimiento"». Por eso repite siempre el mismo paisaje, idéntico pero diferente, en cada una de sus obras.
Para “entender” el arte de Aris, es preciso desentenderse de todo, hay que desaprender. Para mirarlo y ver que nos dice, es preciso no querer ver nada en él. Si uno es entendido en arte, en él verá muchas cosas del arte; y si uno no es entendido en arte, aún vera más que un especialista. Y lo que verá lo habrá creado él mismo, con el estímulo del artista, que le convertirá en creador de lo que llegara a ver.
Signos, manchas, rostros o huesos, envueltos en pinceladas que recorren el cuadro como quieren, líneas de fuerza que se cruzan por donde les apetece, pinceladas que arrastran pintura hasta que el color termina por desvanecerse o fundirse con otro. Esta es la sensación de pintar en libertad, donde los artistas se abandonan para que sea la pintura la que pinte por sí misma.
En Víctor Alba, los cuadros son un espejo introspectivo de sí mismo y según confiesa "un vómito de sus sentimiento"». Por eso repite siempre el mismo paisaje, idéntico pero diferente, en cada una de sus obras.
Inspirándose siempre en aquel panorama salmantino que le fascinaba desde niño, repite una y otra vez la vez la vista utilizando distintos formatos y materiales para recoger un único árbol. Aunque nunca es igual.
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