Suances acogió el pasado fin de semana una nueva edición de la Travesía a nado desde la Playa de La Concha hasta la Isla de los Conejos.
Una cita que, tras doce años de celebración, se ha consolidado en la programación estival de Suances y que reúne cada año a un grupo fiel de nadadores, a los que siempre se une algún nuevo deportista, dispuestos a compartir una experiencia, sin duda, única e inigualable.
Así, una baja de última hora entre los convocados hizo que fueran trece y no catorce como suele ser tradicional los nadadores que tomaron parte en esta edición. Participaron de la cita por primera vez, Pedro Sámano, Purificación Gómez (que con sus 67 años es el más veterano nadador o nadadora en participar en la travesía) y el gran nadador torrelaveguense afincado en Suances cuando su trabajo le permite volver por nuestra tierra, Javier Rosino Sierra.
Por otro lado, y hablando de veteranos, Francisco Pérez completó su décima participación de las doce disputadas, igualando así a Chuchi Puente, ausente en esta edición.
En cuanto a la climatología, este año, y después de más de una semana de mar embravecida, llegó el fin de semana de la cita y se tomó un respiro, de tal forma que el domingo día 5 de agosto amaneció un magnífico día que permitió encarar esta edición de la travesía a nado hasta la Isla de los Conejos por su cara sur.
Cielo azul, mar en calma, ligero oleaje que no supuso ninguna dificultad añadida para la realización de la travesía ni para, una vez llegados a ella, poder “abrazarla” y subir a su costado.
En definitiva, la decimosegunda edición volvió a resultar todo un éxito, confirmando el acierto de la iniciativa y la brillante labor que desarrollan los organizadores y participantes.
Crónica
La travesía se inició en torno al medio día y poco después de las doce, los participantes se empeñaron en la tarea de atravesar el brazo de mar que separa, o une -según se mire- esta bonita playa de nuestro litoral con la emblemática isla.
Si nadar hasta la isla y pararse de vez en cuando en mitad de nada para disfrutar de la majestuosidad del entorno es un placer, llegar a ella y tocar simbólicamente para culminar el trayecto de punta a punta y unir ambos extremos, es obligado. Y como cada año, el baño al pie de la roca, en compañía del resto de amigos participante en esa edición, es un verdadero lujo.
Los cuidadores que, con su labor impagable, cada año hacen de pastores de este pequeño rebaño, en esta edición Cruz Roja del Mar, Club de Buceo Galatea de Suances y Fernando Herrera con su embarcación privada, hacen acopio de paciencia y dejan disfrutar de ese breve baño, recompensa al esfuerzo realizado, observando la escena seguro que con una pizca de envidia.
Los nadadores se acercan a las embarcaciones y se reparten, ya que será en ellas en las que vuelvan a la playa de donde salieron, dejándoles a unos doscientos metros del arenal, los cuales realizaran a nado. Los minutos del trayecto de vuelta se comparten en animada charla con los patrones y acompañantes, y no faltan las mirandas atrás de vez en cuando, pensando ya en preparar la próxima edición.
Llegados a la playa se despiden momentáneamente para reencontrarse en breve en el corazón de Suances, La Ribera, donde se celebrará una comida de hermandad en torno a una suculenta paella. No se puede pedir más; nadar en el mar de esta entrañable villa marinera en un día espectacular y disfrutar entre amigos de una comida al aire libre. Solo un pero y es que el encuentro es una vez al año.
Así, una baja de última hora entre los convocados hizo que fueran trece y no catorce como suele ser tradicional los nadadores que tomaron parte en esta edición. Participaron de la cita por primera vez, Pedro Sámano, Purificación Gómez (que con sus 67 años es el más veterano nadador o nadadora en participar en la travesía) y el gran nadador torrelaveguense afincado en Suances cuando su trabajo le permite volver por nuestra tierra, Javier Rosino Sierra.
Por otro lado, y hablando de veteranos, Francisco Pérez completó su décima participación de las doce disputadas, igualando así a Chuchi Puente, ausente en esta edición.
En cuanto a la climatología, este año, y después de más de una semana de mar embravecida, llegó el fin de semana de la cita y se tomó un respiro, de tal forma que el domingo día 5 de agosto amaneció un magnífico día que permitió encarar esta edición de la travesía a nado hasta la Isla de los Conejos por su cara sur.
Cielo azul, mar en calma, ligero oleaje que no supuso ninguna dificultad añadida para la realización de la travesía ni para, una vez llegados a ella, poder “abrazarla” y subir a su costado.
En definitiva, la decimosegunda edición volvió a resultar todo un éxito, confirmando el acierto de la iniciativa y la brillante labor que desarrollan los organizadores y participantes.
Crónica
La travesía se inició en torno al medio día y poco después de las doce, los participantes se empeñaron en la tarea de atravesar el brazo de mar que separa, o une -según se mire- esta bonita playa de nuestro litoral con la emblemática isla.
Si nadar hasta la isla y pararse de vez en cuando en mitad de nada para disfrutar de la majestuosidad del entorno es un placer, llegar a ella y tocar simbólicamente para culminar el trayecto de punta a punta y unir ambos extremos, es obligado. Y como cada año, el baño al pie de la roca, en compañía del resto de amigos participante en esa edición, es un verdadero lujo.
Los cuidadores que, con su labor impagable, cada año hacen de pastores de este pequeño rebaño, en esta edición Cruz Roja del Mar, Club de Buceo Galatea de Suances y Fernando Herrera con su embarcación privada, hacen acopio de paciencia y dejan disfrutar de ese breve baño, recompensa al esfuerzo realizado, observando la escena seguro que con una pizca de envidia.
Los nadadores se acercan a las embarcaciones y se reparten, ya que será en ellas en las que vuelvan a la playa de donde salieron, dejándoles a unos doscientos metros del arenal, los cuales realizaran a nado. Los minutos del trayecto de vuelta se comparten en animada charla con los patrones y acompañantes, y no faltan las mirandas atrás de vez en cuando, pensando ya en preparar la próxima edición.
Llegados a la playa se despiden momentáneamente para reencontrarse en breve en el corazón de Suances, La Ribera, donde se celebrará una comida de hermandad en torno a una suculenta paella. No se puede pedir más; nadar en el mar de esta entrañable villa marinera en un día espectacular y disfrutar entre amigos de una comida al aire libre. Solo un pero y es que el encuentro es una vez al año.
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