Eusebio Ruiz Pelayo, más de 20 años de dedicación silenciosa a los bolos. El fallecimiento de este vecino de La Veguilla, el pasado mes de julio, deja huérfana una bolera, la de San Vitores, que Eusebio recuperó, a principios de los 90, para la competición bolística.
Para Mario Iglesias, Presidente de la Mancomunidad de Municipios Altamira-Los Valles y Concejal de Deportes de Reocín, “es importante reconocer la labor de Eusebio al frente de la bolera de San Vitores ya que contribuyó en gran medida a fomentar la cultura popular de los bolos entre los jóvenes del municipio”.
De “La Veguilla de toda la vida”, Eusebio dedicó, como muchos de los hombres de su generación, la mayor parte de su tiempo al trabajo, primero en la mina de Reocín y después en Solvay, y a su familia.
Tanto en su faceta de trabajador como en la familiar deja una huella imborrable de honestidad y es recordado por todas las personas que le conocieron como “una buena persona”.
Afición “heredada” de nieto a abuelo
Pero una de las grandes aficiones de su vida le llegaría tras su jubilación, cuando su nieto, David, comienza a jugar a los bolos. Es entonces cuando Eusebio empieza a dedicar la mayor parte de su tiempo libre a la que se convertiría en su mayor pasión: el cuidado de la bolera de su pueblo y la organización de concursos de bolos.
Por aquellas fechas, la pequeña bolera de San Vitores, que había dejado de utilizarse, estaba totalmente descuidada y necesitaba trabajo y dedicación para volver a la actividad bolística. Así que Eusebio comenzó a hacerse cargo de ella de manera desinteresada, sin exigir nada a cambio. Desde entonces, se ocupó, durante más de 20 años y prácticamente en solitario, sin quejas y sin hacer ruido, del cuidado de la bolera y de la organización de concursos de categorías menores en La Veguilla.
Así, año tras año, consiguió que su bolera de San Vitores se convirtiera en un clásico de cada temporada para las competiciones infantiles y para la segunda categoría para la que trabajó incansablemente buscando financiación y encargándose de todos los aspectos que conlleva una competición de estas características. Además, colaboró activamente con la Peña San Jorge de Bolos en la organización de torneos de bolos también en Vispieres.
Insignia de Oro 2015 de la Federación Cántabra de Bolos
Como resultado de esta dedicación y este empeño en que los bolos siguiesen sonando en su pueblo, la Junta Directiva de la Federación Cántabra de Bolos concede a Eusebio el pasado año la Insignia de Oro.
Pero la Insignia no es el único reconocimiento oficial a su labor. Ya en el año 2000, la Junta Vecinal de la Veguilla rindió un sentido homenaje a Eusebio en agradecimiento a su labor y al fomento de la cultura de los bolos entre los más pequeños.
Estas distinciones llenan a Eusebio de satisfacción aunque, sin duda, su mayor gratificación es el reconocimiento de todas las generaciones de jugadores y aficionados que desde hace más de 20 años le han mostrado su cariño y respeto.
Para Mario Iglesias, Presidente de la Mancomunidad de Municipios Altamira-Los Valles y Concejal de Deportes de Reocín, “es importante reconocer la labor de Eusebio al frente de la bolera de San Vitores ya que contribuyó en gran medida a fomentar la cultura popular de los bolos entre los jóvenes del municipio”.
De “La Veguilla de toda la vida”, Eusebio dedicó, como muchos de los hombres de su generación, la mayor parte de su tiempo al trabajo, primero en la mina de Reocín y después en Solvay, y a su familia.
Tanto en su faceta de trabajador como en la familiar deja una huella imborrable de honestidad y es recordado por todas las personas que le conocieron como “una buena persona”.
Afición “heredada” de nieto a abuelo
Pero una de las grandes aficiones de su vida le llegaría tras su jubilación, cuando su nieto, David, comienza a jugar a los bolos. Es entonces cuando Eusebio empieza a dedicar la mayor parte de su tiempo libre a la que se convertiría en su mayor pasión: el cuidado de la bolera de su pueblo y la organización de concursos de bolos.
Por aquellas fechas, la pequeña bolera de San Vitores, que había dejado de utilizarse, estaba totalmente descuidada y necesitaba trabajo y dedicación para volver a la actividad bolística. Así que Eusebio comenzó a hacerse cargo de ella de manera desinteresada, sin exigir nada a cambio. Desde entonces, se ocupó, durante más de 20 años y prácticamente en solitario, sin quejas y sin hacer ruido, del cuidado de la bolera y de la organización de concursos de categorías menores en La Veguilla.
Así, año tras año, consiguió que su bolera de San Vitores se convirtiera en un clásico de cada temporada para las competiciones infantiles y para la segunda categoría para la que trabajó incansablemente buscando financiación y encargándose de todos los aspectos que conlleva una competición de estas características. Además, colaboró activamente con la Peña San Jorge de Bolos en la organización de torneos de bolos también en Vispieres.
Insignia de Oro 2015 de la Federación Cántabra de Bolos
Como resultado de esta dedicación y este empeño en que los bolos siguiesen sonando en su pueblo, la Junta Directiva de la Federación Cántabra de Bolos concede a Eusebio el pasado año la Insignia de Oro.
Pero la Insignia no es el único reconocimiento oficial a su labor. Ya en el año 2000, la Junta Vecinal de la Veguilla rindió un sentido homenaje a Eusebio en agradecimiento a su labor y al fomento de la cultura de los bolos entre los más pequeños.
Estas distinciones llenan a Eusebio de satisfacción aunque, sin duda, su mayor gratificación es el reconocimiento de todas las generaciones de jugadores y aficionados que desde hace más de 20 años le han mostrado su cariño y respeto.
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