La sala municipal Mauro Muriedas acogió el pasado miércoles la presentación del libro poético más recientemente publicado dentro de la colección "La Sirena del Pisueña". Se trata de la obra "Juguetes aplazados", original del poeta local Angel Sopeña.
Ademá del propio autor, intervinieron en el acto el editor Fernando Gomarín y el escritor, crítico literario, poeta y comisario de exposiciones, Luis Alberto Salcines. La sala estaba completamente llena de gente y no cabía un alfiler.
Salcines intervino para subrayar, en primer lugar la trayectoria del editor del libro Fernando Gomarín en el ámbito de la poesía en Cantabria. Las colecciones La Sirena del Pisueña (1993), Son de Sirena (2004), 22 de febrero (2008), Otras voces (2005) son un ejemplo de su dedicación a la poesía en nuestra comunidad. En ediciones, por cierto, muy cuidadas. Añádase a ello los Encuentros de Esles con diferentes creadores pero siempre con la poesía a cuestas.
Por otro lado, en segundo lugar, subrayó la fidelidad de una amistad desde hace muchos años que existe entre él y Ángel Sopeña y que particularmente se ha reflejado en la edición de los poemas de Sopeña.
"Fernando le ha editado en La Sirena: Casi todo es prosa (1994), Papeles privados (2000), Los retales del sastre (2010) y ahora Juguetes aplazados. Y en Son de Sirena: Pienso en el agua (2005) y yo le edité Elegías y fragmentos (1981) y Nuevos retales del sastre (2010). El primero en la colección Anjana, el segundo en La Grúa de Piedra".
Ademá del propio autor, intervinieron en el acto el editor Fernando Gomarín y el escritor, crítico literario, poeta y comisario de exposiciones, Luis Alberto Salcines. La sala estaba completamente llena de gente y no cabía un alfiler.
Salcines intervino para subrayar, en primer lugar la trayectoria del editor del libro Fernando Gomarín en el ámbito de la poesía en Cantabria. Las colecciones La Sirena del Pisueña (1993), Son de Sirena (2004), 22 de febrero (2008), Otras voces (2005) son un ejemplo de su dedicación a la poesía en nuestra comunidad. En ediciones, por cierto, muy cuidadas. Añádase a ello los Encuentros de Esles con diferentes creadores pero siempre con la poesía a cuestas.
Por otro lado, en segundo lugar, subrayó la fidelidad de una amistad desde hace muchos años que existe entre él y Ángel Sopeña y que particularmente se ha reflejado en la edición de los poemas de Sopeña.
"Fernando le ha editado en La Sirena: Casi todo es prosa (1994), Papeles privados (2000), Los retales del sastre (2010) y ahora Juguetes aplazados. Y en Son de Sirena: Pienso en el agua (2005) y yo le edité Elegías y fragmentos (1981) y Nuevos retales del sastre (2010). El primero en la colección Anjana, el segundo en La Grúa de Piedra".
Quedan, por último, los dos poemarios que fueron premiados y que se publicaron en dos editoriales de ámbito nacional: Travesía del aire, accésit del Premio Esquío publicado en El Ferrol (1988), y Lenta estrella, Premio José Luis Hidalgo, publicado por Pre-Textos (2003). Larga trayectoria poética que ha sido objeto de una antología, Escrito sobre el agua: claves para una antología poética de Ángel Sopeña (2002), que creo debiera ser actualizada para integrar sus últimos poemarios. Como pudiera ser necesaria publicar su obra completa. Un verdadero desafío para un editor.
Angel Sopeña
"Larga trayectoria poética como puede apreciarse que no sorprende a los que le conocemos. Ángel tiene verdaderamente una pulsión por escribir poesía. Escribe incluso cuando mira, sin pluma ni ordenador. En su cabeza está componiendo versos de un modo permanente".
Probablemente, como explicó José Hierro en varias ocasiones, a partir de una melodía que escucha, él que tantas veces está acompañado por la música.
"Desde siempre quiso considerarse un poeta puro. Recién salido de la universidad, al incorporarse a la enseñanza en Santander, comenzó a publicar crítica literaria en las páginas de algunas revistas, especialmente en Peña Labra. Daba continuidad de esa manera a su trabajo sobre la obra de Pere Gimferrer con el que realizó su tesina. Sus estudios críticos pudieran considerarlos brillantes. Al menos para los que en aquellos años estábamos acostumbrados a las reseñas de periódico más o menos familiares, cariñosas, de entre amigos. En la mencionada Peña Labra escribió sobre Gimferrer en varias ocasiones, Aleixandre, Alberti y Blas de Otero".
"Como poeta, cuando se inicia, abrió una ventana por la que entró una corriente de aire fresco en el panorama de la poesía escrita en Cantabria. Bien pudiera considerársele representante de una línea que arranca de los novísimos".
A finales de los setenta, realizada la Transición en España, probablemente Rafael Gutiérrez Colomer que llegó a Santander después de un nomadismo profesional y cultural y Ángel, fuesen los que escribían con un lenguaje más rupturista con la tradición poética.
Se puso de manifiesto en los primeros poemas que se publicaron en Cantabria en la antología Poetas de Cantabria, hoy. Por cierto, conseguidos después de vencer una resistencia inicial por su parte.
Desde entonces, ha mantenido una línea rigurosa de creación personal, con un territorio propio claramente definido que remite a él mismo. La reiteración de una serie de símbolos, la musicalidad de sus poemas, la plasticidad de las imágenes que construye, las referencias culturales presentes que pueblan sus poemas, son algunas de sus características más evidentes.
Juguetes cruzados
"El poemario que hoy presentamos viene a insistir en algunos de los temas recurrentes de su poética. Fundamentalmente, el paso del tiempo, el tránsito de la vida, la fugacidad del instante, la voz que se convierte en eco, la música que vuelve al silencio, las huellas que se borran, la escritura y los dibujos sobre el agua".
En los primeros poemas queda patente: “como la canción / que va hacia el silencio”; “Y oigo a la cuerda que va muriendo. / Adiós, amor, vas lejos: / no sé lo que piensas de mí.”; “Detrás del cristal la lluvia cayendo sobre los árboles / borrando la huella de tu paso, / enfriando el rastro del calor de tus dedos sobre las hojas”; “Los árboles ya no están / ni en la ventana el eco de tu voz / escrito con vaho en los cristales”; “El tiempo vaga y va / se apaga en la retina, / en el borde del agua”; “Todo lo que murió y reconstruyes, / aunque no vuelva nunca, / quién sabe por qué”.
Según Salcines, hay dos presencias reiteradas. Por un lado el agua. La lluvia, el mar, siempre el mar en su poesía, y ocasionalmente, los ríos. El mar, digo, sobre todo: límite u horizonte, espejo para la mirada, referente geográfico: “el mar que ignora el tiempo”. En este sentido de lo efímero, de la belleza que desaparecerá, el pequeño glosario de flores: rosa, geranio, jazmín…
Y la música. Es difícil encontrar un poema en el que no haya una referencia a ella, directa o alusivamente: instrumentos (oboe, viola, piano, órgano, trompeta, clarinete…), compositores (su Mozart querido, Mahler, Hayden, Ravel, Albinoni, Vivaldi, Chopin…). De hecho, él está escuchando música constantemente. Explícitamente lo expresa en los poemas: Mozart, concierto 20 en Re menor y Pavana para una infanta difunta; en Doménico Theotocópuli: El Greco, lleva una referencia al concierto 2º de Rachmaninov y, finalmente, en Lluvia sobre la arena, hace una alusión en la cita de introducción a Las cuatro estaciones de Vivaldi. Y los poemas para Ángel son como canciones: “poema, / canción que se quiebra en el eco, / en un ocaso menor”.
"Como en anteriores libros suyos, encontramos hermosas imágenes de una gran plasticidad, muy pictóricas. Y un color dominando toda su poesía, el azul. Azul cielo, azul mar, azules colinas; y azul beso, azul música, en sinestesias de una gran belleza."
"Hay una presencia muy frecuente de la memoria de ciudades que han tenido un significado muy importante en su biografía: la Valencia de sus primeros años, a la que alude en muchas ocasiones; San Vicente de la Barquera, con la que está unido por lazos familiares; Torrelavega, oculta bajo la denominación de Naumaquia; y, sobre todo, Santander, su bahía: unas veces nombrada, otras, claramente referida sin citar. Poemas como El Puntal y la mar océano, Vendrá el tiempo, Colofón marítimo y Santander, uno de junio de 2014, son algunos ejemplos."
Por cierto, en este libro, por primera vez, titula varios poemas con la fecha de escritura. Son como poemas a modo de páginas de un diario.
Otras presencias frecuentes: el sol, las nubes y las estrellas. Sol, que por cierto escribe con mayúscula, quizá porque es un poemario luminoso, optimista, de ahí las referencias al calendario veraniego: junio, julio, agosto, incluso septiembre, con su luz más tamizada del final del verano; las nubes y su tránsito, su desvanecimiento luego; las estrellas que como puntos de luz se apagarán algún día: uno de sus poemas lo titula Muerte de una estrella.
Hay secretos homenajes a poetas que admira: Valery, Rilke, Senna, Montale, Larkin y, sobre todo, a Francisco Brines, con el que mantiene una relación epistolar y telefónica.
Como hay íntimos homenajes a familiares y amigos queridos, en algunos casos, fallecidos. Resultan estos poemas una prolongación de su carácter afectivo, o una manera de expresar poéticamente, en el lenguaje en el que se muestra más expresivo, esos afectos. Decía antes que el sol es una presencia reiterada. Asimismo lo es la noche. Y el sueño es otra de las constantes de este poemario.
Como lo son las pequeñas aves (golondrinas, gaviotas, palomas…): “Todo el cielo el vuelo de las aves, / su costumbre”, casi un haiku. La música, también el color, aportada por los pájaros con sus cantos, la levedad, la alegría: “Los pájaros cantan con su acendrado corazón pequeño”, “El alma que habla / con la voz / y el color de los pájaros”.
"En algunos poemas se muestra más enigmático, las referencias históricas o más personales, pueden dificultar la interpretación del lector. Pero nunca el viaje, el intento de penetrar en el poema es inútil. Ángel nos puede ganar en un poema con sólo un verso. Una cualidad que no está al alcance de todos los poetas. En cualquier caso, no olvidemos que la poesía es también misterio".
Se trata de un libro de la serenidad, esperanzador, que invita a una lectura despaciosa, lenta, como la inducida en una de las imágenes más plásticas del libro: viendo caer dulcemente la lluvia a través de los cristales de una ventana y escuchando el piano romántico de Chopin: “Está lloviendo y viene la canción, / todo lo que arropa / el sentimiento”.
"Yo les invito que así lo hagan. Serán recompensados en unos tiempos convulsos con unos momentos de una paz y un placer raramente alcanzable en el ámbito de lo cotidiano".
Angel Sopeña
"Larga trayectoria poética como puede apreciarse que no sorprende a los que le conocemos. Ángel tiene verdaderamente una pulsión por escribir poesía. Escribe incluso cuando mira, sin pluma ni ordenador. En su cabeza está componiendo versos de un modo permanente".
Probablemente, como explicó José Hierro en varias ocasiones, a partir de una melodía que escucha, él que tantas veces está acompañado por la música.
"Desde siempre quiso considerarse un poeta puro. Recién salido de la universidad, al incorporarse a la enseñanza en Santander, comenzó a publicar crítica literaria en las páginas de algunas revistas, especialmente en Peña Labra. Daba continuidad de esa manera a su trabajo sobre la obra de Pere Gimferrer con el que realizó su tesina. Sus estudios críticos pudieran considerarlos brillantes. Al menos para los que en aquellos años estábamos acostumbrados a las reseñas de periódico más o menos familiares, cariñosas, de entre amigos. En la mencionada Peña Labra escribió sobre Gimferrer en varias ocasiones, Aleixandre, Alberti y Blas de Otero".
"Como poeta, cuando se inicia, abrió una ventana por la que entró una corriente de aire fresco en el panorama de la poesía escrita en Cantabria. Bien pudiera considerársele representante de una línea que arranca de los novísimos".
A finales de los setenta, realizada la Transición en España, probablemente Rafael Gutiérrez Colomer que llegó a Santander después de un nomadismo profesional y cultural y Ángel, fuesen los que escribían con un lenguaje más rupturista con la tradición poética.
Se puso de manifiesto en los primeros poemas que se publicaron en Cantabria en la antología Poetas de Cantabria, hoy. Por cierto, conseguidos después de vencer una resistencia inicial por su parte.
Desde entonces, ha mantenido una línea rigurosa de creación personal, con un territorio propio claramente definido que remite a él mismo. La reiteración de una serie de símbolos, la musicalidad de sus poemas, la plasticidad de las imágenes que construye, las referencias culturales presentes que pueblan sus poemas, son algunas de sus características más evidentes.
Juguetes cruzados
"El poemario que hoy presentamos viene a insistir en algunos de los temas recurrentes de su poética. Fundamentalmente, el paso del tiempo, el tránsito de la vida, la fugacidad del instante, la voz que se convierte en eco, la música que vuelve al silencio, las huellas que se borran, la escritura y los dibujos sobre el agua".
En los primeros poemas queda patente: “como la canción / que va hacia el silencio”; “Y oigo a la cuerda que va muriendo. / Adiós, amor, vas lejos: / no sé lo que piensas de mí.”; “Detrás del cristal la lluvia cayendo sobre los árboles / borrando la huella de tu paso, / enfriando el rastro del calor de tus dedos sobre las hojas”; “Los árboles ya no están / ni en la ventana el eco de tu voz / escrito con vaho en los cristales”; “El tiempo vaga y va / se apaga en la retina, / en el borde del agua”; “Todo lo que murió y reconstruyes, / aunque no vuelva nunca, / quién sabe por qué”.
Según Salcines, hay dos presencias reiteradas. Por un lado el agua. La lluvia, el mar, siempre el mar en su poesía, y ocasionalmente, los ríos. El mar, digo, sobre todo: límite u horizonte, espejo para la mirada, referente geográfico: “el mar que ignora el tiempo”. En este sentido de lo efímero, de la belleza que desaparecerá, el pequeño glosario de flores: rosa, geranio, jazmín…
Y la música. Es difícil encontrar un poema en el que no haya una referencia a ella, directa o alusivamente: instrumentos (oboe, viola, piano, órgano, trompeta, clarinete…), compositores (su Mozart querido, Mahler, Hayden, Ravel, Albinoni, Vivaldi, Chopin…). De hecho, él está escuchando música constantemente. Explícitamente lo expresa en los poemas: Mozart, concierto 20 en Re menor y Pavana para una infanta difunta; en Doménico Theotocópuli: El Greco, lleva una referencia al concierto 2º de Rachmaninov y, finalmente, en Lluvia sobre la arena, hace una alusión en la cita de introducción a Las cuatro estaciones de Vivaldi. Y los poemas para Ángel son como canciones: “poema, / canción que se quiebra en el eco, / en un ocaso menor”.
"Como en anteriores libros suyos, encontramos hermosas imágenes de una gran plasticidad, muy pictóricas. Y un color dominando toda su poesía, el azul. Azul cielo, azul mar, azules colinas; y azul beso, azul música, en sinestesias de una gran belleza."
"Hay una presencia muy frecuente de la memoria de ciudades que han tenido un significado muy importante en su biografía: la Valencia de sus primeros años, a la que alude en muchas ocasiones; San Vicente de la Barquera, con la que está unido por lazos familiares; Torrelavega, oculta bajo la denominación de Naumaquia; y, sobre todo, Santander, su bahía: unas veces nombrada, otras, claramente referida sin citar. Poemas como El Puntal y la mar océano, Vendrá el tiempo, Colofón marítimo y Santander, uno de junio de 2014, son algunos ejemplos."
Por cierto, en este libro, por primera vez, titula varios poemas con la fecha de escritura. Son como poemas a modo de páginas de un diario.
Otras presencias frecuentes: el sol, las nubes y las estrellas. Sol, que por cierto escribe con mayúscula, quizá porque es un poemario luminoso, optimista, de ahí las referencias al calendario veraniego: junio, julio, agosto, incluso septiembre, con su luz más tamizada del final del verano; las nubes y su tránsito, su desvanecimiento luego; las estrellas que como puntos de luz se apagarán algún día: uno de sus poemas lo titula Muerte de una estrella.
Hay secretos homenajes a poetas que admira: Valery, Rilke, Senna, Montale, Larkin y, sobre todo, a Francisco Brines, con el que mantiene una relación epistolar y telefónica.
Como hay íntimos homenajes a familiares y amigos queridos, en algunos casos, fallecidos. Resultan estos poemas una prolongación de su carácter afectivo, o una manera de expresar poéticamente, en el lenguaje en el que se muestra más expresivo, esos afectos. Decía antes que el sol es una presencia reiterada. Asimismo lo es la noche. Y el sueño es otra de las constantes de este poemario.
Como lo son las pequeñas aves (golondrinas, gaviotas, palomas…): “Todo el cielo el vuelo de las aves, / su costumbre”, casi un haiku. La música, también el color, aportada por los pájaros con sus cantos, la levedad, la alegría: “Los pájaros cantan con su acendrado corazón pequeño”, “El alma que habla / con la voz / y el color de los pájaros”.
"En algunos poemas se muestra más enigmático, las referencias históricas o más personales, pueden dificultar la interpretación del lector. Pero nunca el viaje, el intento de penetrar en el poema es inútil. Ángel nos puede ganar en un poema con sólo un verso. Una cualidad que no está al alcance de todos los poetas. En cualquier caso, no olvidemos que la poesía es también misterio".
Se trata de un libro de la serenidad, esperanzador, que invita a una lectura despaciosa, lenta, como la inducida en una de las imágenes más plásticas del libro: viendo caer dulcemente la lluvia a través de los cristales de una ventana y escuchando el piano romántico de Chopin: “Está lloviendo y viene la canción, / todo lo que arropa / el sentimiento”.
"Yo les invito que así lo hagan. Serán recompensados en unos tiempos convulsos con unos momentos de una paz y un placer raramente alcanzable en el ámbito de lo cotidiano".
Gomarín sobre Sopeña
Po su parte, el editor Fernando Gomarín, habló sobre el autor del llibro, Angel Sopeña, del que dijo "es probable que lo que pueda decir un humilde editor como yo sobre uno de sus autores preferidos esté empañado por la admiración, y por tanto no sea nada fiable; pero una no corta nómina de libros suyos salidos de mis manos a través de Artes Gráficas Bedia dan fe de sus cualidades".
"El primer libro que edité de Ángel Sopeña fue Casi todo es prosa (1994) y a este siguieron otros: Papeles privados (2000); Pienso en el agua (2005); Los retales del sastre (2010); y ahora, transcurridos varios años, Juguetes aplazados; todos ellos bajo el sello de la Biblioteca Poética “La Sirena del Pisueña”. Espero seguir publicando muchos más poemarios del autor, al que deseo larga vida".
Según Gomarín, a menudo se sostiene que no existe el mejor poeta, y es probable que así sea. "Ángel Sopeña Villar es para mí el mayor poeta actual de Cantabria, tras Gerardo Diego, que abrió camino a las entonces jóvenes promesas, Carlos Salomón, José Luis Hidalgo o José Hierro y estaa aserción es compartida por un buen número de poetas españoles contemporáneos esenciales, algunos que nos han abandonado ya, como es el caso de nuestro querido amigo y paisano, José Hierro, anteriormente citado, entre otros muchos. Podría citar numerosos nombres de prestigio, académicos de la lengua, filólogos y estudiosos críticos de la lírica española contemporánea, o poetas de indiscutible renombre, que señalan a Ángel Sopeña como una de las voces más profundas y autorizadas de la poesía que se hace hoy en España".
Según Gomarín, tras ser novísimo, Ángel Sopeña no se adscribe a moda o movimiento alguno; sigue su camino personal, emprendido desde los inicios, hasta llegar a nuestros días con las mismas constantes, iguales obsesiones, la búsqueda permanente de ese lenguaje bello del agua y sus símbolos, que dé respuesta a tantos interrogantes.
"Ese amor por el agua como origen e hilo conductor de la vida, tan arraigado a su obra, que expone cual hábil funambulista, en el punto más arriesgado de la cuerda, su mensaje, mensaje que habla de verdad, verdad contrastada en permanente diálogo con los clásicos, salpimentada posteriormente con su enorme cultura literaria y musical de todos los tiempos".
"Ya termino, porque me temo –conociéndole, como lo conozco– que le estoy agobiando. Versos los de Ángel, que pertenecen a nuestra infancia, y en su caso más íntimo son de origen marinero; paisajes y escenarios presentes siempre en sus poemas, como los puertos de San Vicente de la Barquera, Suances, o el viejo Puertochico de Santander. Pero también a su presente, a Torrelavega, ciudad que está de una forma especial latente en su yo cotidiano. En mis visitas al amigo, al poeta, durante la gestación de este poemario, en muy diversos momentos, doy fe de que palabra a palabra, imagen y verso, han sido fraguados aquí, entre los vecinos de esta ciudad, que es la suya, la que él ama y cuyos ciudadanos sin duda corresponden a su cariño".
Para Gomarín, Ángel Sopeña es un lujo que una ciudad moderna e inteligente como Torrelavega no debe dejar de abrazar y retener para su historia. Por último, les sugiero que lean estos Juguetes aplazados, y vivan y disfruten hoy a su personaje, no aguarden a mañana.
Po su parte, el editor Fernando Gomarín, habló sobre el autor del llibro, Angel Sopeña, del que dijo "es probable que lo que pueda decir un humilde editor como yo sobre uno de sus autores preferidos esté empañado por la admiración, y por tanto no sea nada fiable; pero una no corta nómina de libros suyos salidos de mis manos a través de Artes Gráficas Bedia dan fe de sus cualidades".
"El primer libro que edité de Ángel Sopeña fue Casi todo es prosa (1994) y a este siguieron otros: Papeles privados (2000); Pienso en el agua (2005); Los retales del sastre (2010); y ahora, transcurridos varios años, Juguetes aplazados; todos ellos bajo el sello de la Biblioteca Poética “La Sirena del Pisueña”. Espero seguir publicando muchos más poemarios del autor, al que deseo larga vida".
Según Gomarín, a menudo se sostiene que no existe el mejor poeta, y es probable que así sea. "Ángel Sopeña Villar es para mí el mayor poeta actual de Cantabria, tras Gerardo Diego, que abrió camino a las entonces jóvenes promesas, Carlos Salomón, José Luis Hidalgo o José Hierro y estaa aserción es compartida por un buen número de poetas españoles contemporáneos esenciales, algunos que nos han abandonado ya, como es el caso de nuestro querido amigo y paisano, José Hierro, anteriormente citado, entre otros muchos. Podría citar numerosos nombres de prestigio, académicos de la lengua, filólogos y estudiosos críticos de la lírica española contemporánea, o poetas de indiscutible renombre, que señalan a Ángel Sopeña como una de las voces más profundas y autorizadas de la poesía que se hace hoy en España".
Según Gomarín, tras ser novísimo, Ángel Sopeña no se adscribe a moda o movimiento alguno; sigue su camino personal, emprendido desde los inicios, hasta llegar a nuestros días con las mismas constantes, iguales obsesiones, la búsqueda permanente de ese lenguaje bello del agua y sus símbolos, que dé respuesta a tantos interrogantes.
"Ese amor por el agua como origen e hilo conductor de la vida, tan arraigado a su obra, que expone cual hábil funambulista, en el punto más arriesgado de la cuerda, su mensaje, mensaje que habla de verdad, verdad contrastada en permanente diálogo con los clásicos, salpimentada posteriormente con su enorme cultura literaria y musical de todos los tiempos".
"Ya termino, porque me temo –conociéndole, como lo conozco– que le estoy agobiando. Versos los de Ángel, que pertenecen a nuestra infancia, y en su caso más íntimo son de origen marinero; paisajes y escenarios presentes siempre en sus poemas, como los puertos de San Vicente de la Barquera, Suances, o el viejo Puertochico de Santander. Pero también a su presente, a Torrelavega, ciudad que está de una forma especial latente en su yo cotidiano. En mis visitas al amigo, al poeta, durante la gestación de este poemario, en muy diversos momentos, doy fe de que palabra a palabra, imagen y verso, han sido fraguados aquí, entre los vecinos de esta ciudad, que es la suya, la que él ama y cuyos ciudadanos sin duda corresponden a su cariño".
Para Gomarín, Ángel Sopeña es un lujo que una ciudad moderna e inteligente como Torrelavega no debe dejar de abrazar y retener para su historia. Por último, les sugiero que lean estos Juguetes aplazados, y vivan y disfruten hoy a su personaje, no aguarden a mañana.
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